"MUY LEJOS DE CASA"
El Problema del mascotismo, el tráfico ilegal
y la caza furtiva de especies silvestres.

El tráfico de especies silvestres es uno de los negocios ilegales que mueve más dinero en el mundo

El tráfico de especies silvestres, que incluye tanto animales como plantas, es uno de los negocios ilícitos más dañinos y rentables de todo el mundo

* Franco Rafael Del Rosso

Aunque parezca increíble en pleno siglo XXI, después del tráfico de armas y drogas, el comercio ilegal de especies silvestres ocupa un lamentable tercer lugar a nivel mundial. Es un negocio atractivo por su alta rentabilidad y además porque en muchos lugares tiene penas menores. En la Argentina por ejemplo, salvo algunas especies que por su condición de monumentos naturales tienen un trato especial, en general, la caza furtiva, el tráfico y la tenencia de especies silvestres en la mayoría de los casos llega a duras penas a una infracción. Un negocio muy rentable y cuyo riesgo "compensa" a los traficantes al estar menos perseguido y penado que las drogas, las armas o la trata de personas.

El mascotismo aparece como una de las principales causas del problema, parece inofensivo, hasta algunas personas piensan que están haciendo una buena acción al comprar o recibir un animal silvestre para cuidarlo en casa “como mascota”, lejos de eso, están generando la cruel demanda que sostiene en gran parte el negocio del tráfico ilegal y de la caza furtiva.

El Loro Hablador es una de las especies más traficadas en la Argentina.

Sin demanda no hay negocio, eso está claro, comprando un animal silvestre estas siendo cómplice, muchas veces sin saberlo, de una actividad ilícita.

Pero el mascotismo no es la única causa de tráfico y caza furtiva en el mundo, hay coleccionistas, zoológicos privados, taxidermistas y aunque muchos no lo sepan, hasta se trafican peces vivos para venderse como carnada para la pesca deportiva, todo esto genera la demanda que hace del tráfico un gran negocio.

Además de animales vivos se comercializan de manera espurrea subproductos ilegales como pieles, cueros, pelos, plumas, cuernos, astas, huevos, etc. y mucha de la demanda sobre estos productos los impone el mundo de la moda, podríamos decir de cierta forma, “el tapado de la señora, la cartera de la dama y la bota del caballero”; hay que destacar que en los últimos 20 años ha disminuido mucho la demanda de materia prima silvestre para este tipo de productos, un poco se debe al aumento en la conciencia y mucho al repudio y condena de la sociedad a quienes los usan, pero también es cierto que las imitaciones sintéticas de buena calidad suplantaron en gran medida a los productos naturales y eso está bueno porque de alguna forma se pudo preservar la industria de la manufactura y otras industrias relacionadas que generan empleos y movilizan las economías regionales de muchos lugares.

Tucanes en cautiverio: las especies silvestres no son mascotas, su tenencia está prohibida por la Ley.
Los Gymnotidos son los peces más traficados como carnada para la pesca en la Argentina.

También hay un mercado para especies raras que son consumidas como parte de menús exóticos en la cocina internacional esto está relacionado no solo a las costumbres sino que el turismo muchas veces propicia este tipo de uso.
Cuando uno adquiere un animal silvestre como mascota, debe saber que si bien su origen es incierto su destino lo es más, muchos de estos animales se escapan de su cautiverio y quedan deambulando por las ciudades, casi todos mueren, como los monos que se pasean por los cables del tendido eléctrico y muchas veces terminan muertos por alguna descarga, otros ocuparan ambientes urbanos o periurbanos generando un sinfín de problemas.

Las aves son transportadas hacinadas y en muy malas condiciones.
Un Mono Carayá que escapo de su cautiverio pasea por los cables del tendido eléctrico.

Muchos animales cuando dejan de ser pequeños y bonitos se convierten en una molesta carga y sus “dueños” los entregan a las autoridades, a los centros de rescates, reservas y zoológicos  para que resuelvan un problema originado por ellos mismos y la negligencia de haberlos comprado, así es que algunos animales se recuperan y son devueltos a la naturaleza. Muchos ya tienen una impronta humana muy marcada y no se pueden adaptar a la vida silvestre de nuevo, mayormente no saben alimentarse y tampoco reconocen a sus predadores, ni los peligros de la naturaleza, por lo que liberarlos termina siendo una condena a muerte para ellos.

Ni las especies protegidas se salvan, un Aguará Guazú víctima del tráfico.

En honor a la verdad muchos animales son rescatados por las fuerzas de seguridad en los controles de tránsito, hay que destacar también el esfuerzo y dedicación de guarda parques, guarda faunas y agentes de conservación tanto provinciales como nacionales quienes con los mínimos recursos y una gran exposición que muchas veces atenta contra su integridad siempre están trabajando para evitar esto. Los animales rescatados que no pueden reinsertarse en la naturaleza terminan en centros de rescate o lugares similares donde se trata de darles la mejor calidad de vida posible en un cautiverio, que si bien es injusto puede servir para la investigación y la reproducción de especies ex situ y para el no menos importante trabajo de educación y concientización. La exposición de animales como atracción recreativa ya no se considera una alternativa hoy, pero hay que recordar que fueron los zoológicos y los circos los principales promotores del comercio mundial de especies en el pasado.  

Como se mencionó antes, el origen de estos pobres animales normalmente es imposible de rastrear, sin lugar a dudas su apropiación ha sido violenta y el daño que se ha hecho a la naturaleza en la mayoría de los casos es irreversible. Muchas veces la única manera de hacerse con las crías es matar a sus padres, que de otra forma  jamás los abandonarían a su suerte, en otras ocasiones la apropiación de los pichones requiere de la destrucción del nido o de voltear los arboles donde están estos, se destruyen madrigueras, refugios, todo es cruel y todo es daño para el ambiente.

Si les parece triste la metodología para hacerse de los ejemplares más triste es lo que les espera, solo el 10% de los animales capturados sobrevive, primero se los acopia de amontones, porque otra cosa terrible es que si bien la venta de especies silvestres es rentable, a los cazadores y traficantes normalmente se les paga muy poco y por lo tanto deben mover grandes cantidades para hacer dinero, los animales se acopian en lugares y condiciones terribles, obviamente las condiciones que posibilita una actividad ilícita, el tráfico se da en el peor estado de hacinamiento, ocultos en bodegas y al final después de mucho sufrir la mayoría muere, pocos llegaran a destino y serán vendidos para llevar una vida sin sentido lejos de su ambiente natural sin poder cumplir con su rol en la naturaleza.

El acopio de animales, son cientos y están en las peores condiciones sanitarias lo que puede ocasionar la trasmisión de enfermedades como la psitacosis.
Cueros de Zorro Gris, los subproductos son de gran valor en el mercado ilegal.

Algunos justifican muchas de estas acciones amparándose en cuestiones culturales y tradiciones, puede ser que  tener animales silvestres, “guachitos”, de mascotas en zonas rurales haya sido antes en la Argentina una práctica común, pero hoy la ciudad no es lo mismo que el campo y la situación actual de la naturaleza no es la misma que hace 50 años, si existe un mínimo componente cultural hay que cambiar eso con educación y desterrarlo.

Y si las especies autóctonas traficadas son un problema peor son las especies que siendo exóticas terminan invadiendo ambientes naturales y desplazando a las especies nativas generando en muchos casos una gran trastorno en el ecosistema, ejemplos de esto sobran, el castor, el ciervo axis, el antílope, la liebre europea, la ardilla colorada, el jabalí europeo, etc., etc., etc. pero bueno, este es otro tema.

Aclaremos algo, el comercio de fauna no está prohibido del todo, sino que está regulado a nivel nacional e internacional. Sin embargo, son pocas las especies pueden ser comercializadas, y la gran mayoría poseen prohibición de comercio y de tránsito.

La Curiyú, una de las especies más buscadas por los coleccionistas, su cuero también es de gran valor.
El Matico, una especie silvestre muy buscada para el tráfico ilegal.
Una cría de Puma con collar y correa, una postal del mascotismos que no queremos ver más.

Existen tanto a nivel nacional como internacional criaderos habilitados de fauna silvestre, que son controlados continuamente por los organismos de aplicación de la normativa ambiental que los regula.

Hay algunos pocos animales silvestres que se venden legalmente como mascotas, no son muchas las especies habilitadas (algunos loros y reptiles), todos provienen de criaderos registrados, habilitados y monitoreados, estos animales deben venderse en locales especializados (nunca en la calle), con su documentación de origen y de tránsito en regla, cada ejemplar deben tener su identificación ya sea por anillos, caravanas o chips electrónicos, esto permite la trazabilidad del ejemplar (si no tiene documentación es ilegal), también existen algunos criaderos de especies exóticas que beben cumplir casi con las mismas cuestiones para poder comercializar. 

En los años 70 nace el Convenio Internacional CITES, suscrito por más de 180 países para regular el comercio de especies amenazadas de fauna y flora silvestre. Incluye una lista de 5.000 especies de animales y 30.000 de plantas cuyo comercio está reglamentado (prohibido o regulado). Según este convenio, 630 especies animales y 301 plantas tienen totalmente prohibido su comercio. Combatir este crimen organizado se basa en 4 directrices: Frenar el furtivismo; detener el tráfico ilegal; reducir la demanda.

Cuando pensamos en los problemas ambientales, nos vienen a la mente la pérdida y fragmentación del hábitat, el cambio climático o los cambios de usos del suelo; pero tenemos que ser conscientes de que el tráfico de especies es una amenaza al mismo nivel, algo que está pasando aquí y ahora, y suma considerablemente a los procesos de extinción de algunas especies.

La imagen que todo el mundo se hace del comercio ilegal de vida silvestre se asocia a los cuernos de rinoceronte y colmillos de elefante, la piel de tigre o del león, o las aletas de tiburón, sin embargo hay miles de especies afectadas.

En la Argentina las aves son las más perjudicadas, varias especies de loros, tucanes, cardenales, tordos, maticos y la lista sigue, también reptiles como las muy populares tortugas, iguanas y serpientes, entre los mamíferos los monos son los más buscados pero se trafica de todo hasta con grandes felinos como el Puma, por eso no es para asombrarse tanto si en algún barrio privado o en alguna localidad de la costa atlántica de tanto en tanto aparece un puma paseando, de algún lado habrá salido el pobre bicho y aunque no lo crean también se trafican peces con fines ornamentales para los acuarios.

En síntesis, más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos de nuestro país son afectados por el tráfico de fauna. De todas ellas, unas 20 entran en una categoría de amenaza.

No olvidemos algo, detrás de esto subyace un tema social importante, la mayoría de los cazadores y extractores son pobladores y lugareños de bajos recursos que encuentran en estas prácticas un ingreso económico para subsistir, hasta es normal ver niños cazando pajaritos o vendiendo monitos al costado de las rutas. Para parar la caza ilegal hay que implicar a las comunidades locales y darles alternativas económicas para que no lo permitan y no acepten el dinero; en el control se requiere  una coordinación inter jurisdiccional y  una más estricta regulación provincial y nacional, hay que hacer control en origen, tránsito y destino; y para frenar la demanda hay que educar a la gente en el impacto negativo que produce.

El comercio ilegal se tiene que convertir en un crimen, hay que modificar las leyes y los códigos para que las penas sean duras y las consecuencias serias para la gente que trafica, como ocurre con las drogas o las armas, la comunidad internacional debe actuar de forma articulada para detener esta situación. El tráfico prospera ante tanta tolerancia y sigue la lógica implacable de las ganancias. Las especies más escasas obtienen los mejores precios y son, por tanto, las más cazadas, acentuándose el riesgo de su extinción. Y como dijo hace más de dos siglos un gran pensador argentino “la vida es nada si la libertad se pierde”.

Pichones de Águila Mora, cuanto más raros más costosos son los animales.
Miles de pichones son traficados, solo unos pocos van a sobrevivir.

Franco Rafael Del Rosso

Licenciado en Biodiverdidad, Magister en Desarrollo Sustentable, Asesor Experto en Biodiversidad Fundación Bosques Nativos Argentinos para la Biodiversidad.